Diorama sobre Historia social

Taladrador y pulidor: Taladrador, tallador y pulidor de piedras preciosas en Friburgo  (Diorama 13 )


Bohrer und Ballierer

Desde el medioevo tardío Friburgo era un centro de pulido de piedras preciosas y con ello, lugar de asentamiento de una actividad de gran importancia interregional. Hoy en día, se considera demostrado “que Friburgo de Brisgovia tuvo que haber sido el centro quizás más importante de tallado de piedras preciosas y de cristal de roca de este lado de los Alpes, durante los siglos XVI, XVII y XVIII“. La producción local de valiosos objetos de cristal, como copas, cuencos y cruces de cristal de roca, era muy apreciada en las cortes principescas europeas, de tal manera que numerosos monarcas, entre ellos el emperador Carlos V, el rey Fernando I, el duque Alberto V de Baviera o el emperador Rodolfo II, se hacían fabricar en Friburgo estos artículos de lujo.


El nacimiento de esta actividad en Friburgo se produjo gracias a las materias primas de la Selva Negra y a la fuerza hidráulica del Dreisam, usada para impulsar las ruedas de tallar hechas de arenisca y con un peso de varias toneladas. En estas ruedas que rotaban en vertical, los pulidores, apoyados sobre armazones (llamados corazas), tallaban los cristales de roca dándoles forma redondeada. Las piedras preciosas talladas (cristales de roca, granates, ágatas) eran perforadas después por el “taladrador”, para que así se pudieran ensartar como en un collar o pudieran ser fijadas de otra manera. Los objetos huecos (vasos, copas, cuencos), en gran demanda como artículos de lujo, eran fabricados por artesanos especializados en esas formas que se encargaban de pulir su interior. Después los orfebres los remataban en oro o plata.


Persecución de brujas: en 1599, en Friburgo, 3 viudas de consejeros fueron ejecutadas por brujas

(Diorama 16 )


El 24 de marzo de 1599, las viudas de 3 consejeros condenadas por brujería, Margarethe Mößmerin, Anna Wolffahrtin y Catharina Stadelmannin fueron sacadas de la Christoffeltor (hoy inexistente), donde había una estancia (Marterhäuslein) destinada a la tortura de brujas, y conducidas a lo largo de la “calle Grande“, a través de la Martinstor (Puerta de Martín), hasta desembocar en el punto de ejecución en la carretera a Basilea, donde fueron decapitadas y quemadas a continuación debajo del patíbulo.


En el transcurso del siglo XIV, la Inquisición eclesiástica, destinada a combatir la herejía, se volvió también contra la magia y la hechicería, consideradas prácticas asociadas al diablo. Los monjes dominicos, Heinrich Institoris y Jakob Sprenger, de la facultad de Teología de la Universidad de Friburgo, redactaron en 1487 el Malleus Maleficarum, el tristemente célebre Martillo de las brujas, que se convertiría en la obra de referencia normativa para los posteriores procesos por brujería.


La primera mujer quemada por bruja en 1546, en Friburgo, fue Anna Schweizerin, “la hacedora de escobas“. De ahí en adelante, en los procesos por brujería que se siguieron con regularidad siempre se repetían las mismas acusaciones: hechizos dañinos, pactos con el diablo y negación de Dios, aquelarre de brujas al reunirse con compañeras, y vuelos nocturnos por los aires a lomos de animales. La jurisdicción de estos procesos era competencia del Tribunal laico de Sangre y Maleficios del consejo municipal, cuyo regidor tenía que dirigir el interrogatorio de las brujas. Probablemente, el consejo reaccionaba ante la presión de abajo, del mismo pueblo, que buscaba así culpables en una época de necesidad, marcada por el hambre, la carestía y las epidemias de peste. En la primera gran oleada de persecuciones, en 1599, en Friburgo fueron ejecutadas 12 mujeres, entre ellas, las 3 viudas de consejeros, Margarethe Mößmerin, Anna Wolffahrtin y Catharina Stadelmannin. En la siguiente gran oleada, en 1603, fueron ejecutadas 13 mujeres más. Después de la Guerra de los Treinta Años apenas hubo ya persecuciones. En la región de Brisgovia, la última bruja fue ejecutada en 1751, en Endingen. En 1755, la emperatriz María Teresa prohibió la quema de brujas y hechiceras en sus dominios.